martes, 29 de julio de 2014

Los evangelios

El Evangélico según San Mateo.

Catolico conoce tu iglesia
By; Hilario Larry Torres

¿Quién era San Mateo? Lo dice su mismo Evangelio: "Cuando partía de allí, vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado al banco de los impuestos y le dijo: Sígueme. Y él levantándose, le siguió". (Mt.9,9) (Mc.2,14) en donde aparece su otro nombre: Leví, hijo de Alfeo.

Era pues, un recaudador de impuestos, un "publicano" y por lo tanto odiado por los judíos que los consideraban traidores a Israel por recaudar los impuestos para el Imperio Romano. Pero Jesús que conoce los corazones, no vaciló en llamarlo y de aquél pecador surgió un Apóstol y Evangelista.

San Mateo escribió su Evangelio entre los años 40 y 50 en arameo que era la lengua popular en esa época, para las comunidades cristianas en las cuales eran muy numerosos los creyentes de origen judío. Encontramos inmediatamente un gran empeño en demostrar cómo en Jesucristo se cumplieron las profecías que bien conocían los compatriotas. Desde el primer capítulo en el versículo 22 nos dice al comentar el nacimiento virginal del Mesías:"Todo lo cual se hizo en cumplimiento de lo que había dicho el Señor por el profeta" (Is.7,14). Y en seguida abundan las citas: 2,6; 2,15; 2,18; 2,23; 3,3; 3,7; 3,10, etc...

Demuestra San Mateo que estaba muy familiarizado con los usos y costumbres de los judíos, así como de los lugares bíblicos y con los Sagrados Escritos. Además en el texto griego no se traducen palabras arameas dado que sus lectores las entendían.

Se notan claramente cinco partes: cada una de ellas empieza con hechos de Jesús y termina con un discurso.

• El Sermón de la Montaña: Caps. 5 al 7.

• Instrucción a los Misioneros: Cap. 10.

• Las parábolas del Reino: Cap. 13.

• La Convivencia en la Iglesia: Cap. 18.

• El porvenir de la Iglesia: Caps.23 al 25.

San Mateo ve en Jesús al Maestro de la humanidad. Sus parábolas y discursos nos enseñan un camino de perfección y dan la pauta para nuestra convivencia en la Iglesia.

El lenguaje que San Mateo emplea en su Evangelio es claro y sencillo, la materia está ordenada cuidadosamente, las descripciones de los hechos de la vida de Jesús poseen con frecuencia interés y emoción dramática y revelan las altas cualidades literarias del autor.

 

 

El Evangelio según San Marcos.

Es el segundo de los Evangelios y también el más breve

de ellos. Fue escrito, como el de San Mateo, por los años 50. Su autor era un judío de Jerusalén llamado Juan Marcos y según se refiere en los Hechos de los Apóstoles (1 2,12) vivían sus padres en Jerusalén y en su casa se reunía para el culto la primitiva congregación cristiana.

Junto con su tío Bernabé, acompañó Marcos a San Pablo en su primer viaje misional, pero surgidas ciertas dificultades en Perge de Panfilia, regresó a su ciudad de Jerusalén. (Hech. 13,13)

San Marcos estuvo en Roma con el Apóstol San Pedro, del que fue discípulo, intérprete y secretario. Por haber sido bautizado por San Pedro, le llama cariñosamente hijo suyo. (1 Pe.5,13)

San Marcos puso por escrito las enseñanzas que aquél había dado de palabra y se valió asimismo de otras fuentes para ello. Refiere de la vida de Jesús ciertos pormenores y revela tal conocimiento de circunstancias de lugar y de tiempo, que ello solo habría sido posible tratándose de una persona que hubiera presenciado los hechos y convivido con las personas que en ellos hubieran intervenido.

Sin embargo, San Marcos no había sido testigo directo de lo que narra, sino que se limita a escribir lo que San Pedro le había contado a su vez. Por esta razón destaca de un modo tan intenso la personalidad del Apóstol en todo el Evangelio, llamado con justo motivo "el Evangelio Petrino".

Como el Evangelio de San Marcos está destinado a los cristianos procedentes del paganismo, cita poco al Antiguo Testamento, explica las costumbres judías y no habla de la Ley de Israel. Reflejando el temperamento fogoso de San Pedro, nos ofrece una imagen vívida e impresionante de Jesucristo. Con maestría incomparable traza un vivo retrato del carácter de Jesús gracias al admirable orden con que presenta los hechos de] Maestro y debido también al fin catequético que con ello persigue y al vigor y estilo de su lenguaje.

 

El Evangelio según San Lucas.

El tercer Evangelio es el de San Lucas, que fue escrito hacia el ano 62 y dedicado a un distinguido cristiano llamado Teófilo, procedente del paganismo y también probablemente a una congregación cristiana fundada por San Pablo. Está redactado en un griego muy literario, lo cual hace suponer la elevada cultura del autor.

La mentalidad de San Lucas no es semítica sino grecolatina, como la nuestra, y además no escribe para judíos sino para griegos y romanos. Es por eso que con una inquietud muy actual, como si fuera un reportero o cronista de nuestro tiempo, investiga minuciosamente y pone todo en orden. Es el Evangelio, para nosotros, más fácil de leer, así como su continuación, los Hechos de los Apóstoles.

San Lucas fue médico de profesión, lo cual puede observarse en las numerosas expresiones técnicas y en diferentes descripciones de enfermedades que aparecen en su Evangelio.

Según Eusebio de Cesarea, historiador de la Iglesia, procedía de Antioquía de Siria. Era de ascendencia gentil y probablemente fue acogido prontamente en Antioquía en el seno del cristianismo. San Lucas fue uno de los amigos más íntimos y leales de San Pablo, a quien acompañó en sus viajes misionales segundo y tercero y con el cual compartió en Cesarea y en Roma los años de cautiverio.

Después de la muerte del Apóstol de los gentiles, lo que la historia nos transmite, no ofrece garantía de veracidad. Parece ser que predicó el Evangelio en Grecia y que murió mártir. La Iglesia lo conmemora y venera el 18 de octubre.

Su Evangelio se caracteriza por la belleza de su estilo, por el calor y sentimiento de sus narraciones, que nos brindan un maravilloso retrato del Salvador. Contiene un buen número de parábolas que solo se encuentran en su Evangelio y que nos revelan claramente el amor de Jesús hacia los pecadores. Es el "Evangelio de la Misericordia".

Debemos a San Lucas, gracias a sus dotes de investigador, lo referente a la infancia de Jesús y podemos imaginario entrevistando a la Santísima Virgen María en la casa de San Juan, para anotarlo todo cuidadosamente.

 

El Evangelio según San Juan.

Como hemos ya dicho, el cuarto Evangelio es muy distinto de los Sinópticos. Fue escrito en Efeso y dirigido a las comunidades del Asia Menos (la actual Turquía) y constituye un complemento de los otros tres. Mientras aquellos relatan sobre todo la actividad de Jesús en Galilea, el Evangelio de San Juan se refiere más bien a la obra realizada por el Señor en Judea y Samaria. Contiene discursos profundos y bellísimos aunque a menudo difíciles de entender, dirigidos a judíos instruidos.

San Juan nació a orillas del lago de Genezaret, hijo del pescador Zebedeo y de María Salomé, emparentada con Jesús. Era hermano de Santiago el Mayor y ejercía, como su padre, el oficio de pescador. Primero fue ferviente discípulo de San Juan Bautista a orillas del Jordán mas luego obedeció junto con San Andrés a la llamada del Señor y fue miembro del Colegio Apostólico, testigo presencial de la Ultima Cena y del drama del Calvario.

Además de San Pedro, era San Juan, tal vez debido a su juventud virginal, discípulo predilecto del Maestro y al que al morir, le confió el cuidado de su Madre Santísima. Desplegó su actividad evangelizadora primeramente en su Galilea natal, en Samaria y Judea, pero después de la muerte de San Pablo fue obispo de Efeso. Durante el reinado del emperador Domiciano fue desterrado a la isla de Patmos, padeció crueles suplicios y en el año 96 bajo el emperador Nerva, regresó a Efeso donde falleció más que centenario entre 96 y 117.

Su Evangelio refleja los destellos del gran amor y fidelidad del discípulo a su Señor. Da testimonio de su fogoso temperamento defendiendo con gran celo la Fe cristiana de los ataques de los primeros herejes.

"Somos llamados, en nuestras propias vidas, a escuchar, conservar y realizar la Palabra de Dios".

Juan Pablo II

 

Representación simbólica de los Evangelistas.

La piedad cristiana se ha complacido en dar por emblema a los Evangelistas, los cuatro seres vivientes misteriosos descritos en el Apocalipsis por San Juan arrebatado en éxtasis: "El primer Viviente como un león; el segundo Viviente como un novillo; el tercer Viviente tiene un rostro como de hombre; el cuarto Viviente es como un águila en vuelo". (Ap.4,7).

Los Santos Padres atribuyeron el hombre a San Mateo porque comienza su Evangelio con la genealogía humana de Jesús.

El león simboliza a San Marcos que principia con la predicación del Bautista, semejante al rugido del león en los desiertos de Judea.

El novillo se atribuye a San Lucas porque da comienzo su Evangelio narrando el sacrificio de Zacarías en donde los novillos eran las víctimas principales.

Por fin, el águila designa a San Juan, cuyo vuelo majestuoso sobrepasa a todas las criaturas y penetra hasta el Seno del Padre Eterno para contemplar desde ahí la Encarnación del Verbo Eterno.

"El verdadero apóstol del Evangelio es el que va humanizando y evangelízando al mismo tiempo, en la certeza de que quien evangelíza, también civiliza".

Juan Pablo II.